Las actitudes influyen más que los ingresos en el ahorro energético en el hogar, según un estudio

El artículo emplea las técnicas habituales de metaanálisis y comprende un buen número de estudios, elegidos de forma sistemática.    

Creo que es especialmente valorable el análisis de moderación por características del estudio. Esto permite mostrar que los estudios que emplean medidas observadas del ahorro de energía (no declaradas por el informante) reportan efectos menores.    

Como puntos negativos:    

• No está claro que hayan incluido evidencia no publicada. Esto es fundamental en metaanálisis: sabemos que hay un sesgo en las revistas por el que se suelen publicar resultados positivos y no los negativos, lo que infla los efectos (el llamado success bias). 

• No reportan si han hecho llamadas para obtener evidencia no publicada, tesis doctorales, o de máster, conference papers, etc., que sí suelen reportar resultados no significativos.   

• El estudio se basa en estudios correlacionales, no experimentales. Los estudios correlacionales son menos adecuados para establecer relaciones causales como se pretende aquí. Como mucho se pueden interpretar como asociaciones, más que como ‘predictores’, debido a los sesgos de common-method que tienen los estudios correlacionales.    

• No hay una valoración de la calidad de los estudios. Esto suele hacerse en todos los metaanálisis porque la validez del efecto calculado depende de la calidad de los estudios. Si los estudios son de calidad baja, debemos sospechar de los efectos reportados.    

Los factores psicológicos que explican los comportamientos pueden resumirse en tres: motivación, habilidad y oportunidad. Este metaanálisis se centra, sobre todo, en la motivación y parcialmente en la habilidad (incluye conocimiento y autoeficacia percibida). La conclusión principal es que la motivación intrínseca para ahorrar energía (que está, a su vez, explicada por las actitudes, la preocupación ambiental o los valores proambientales o ecológicos) tiene una asociación entre moderada y fuerte con las acciones declaradas.    

La motivación extrínseca (la presión social) tiene un efecto moderado.    

La habilidad tiene un efecto mayor: la variable con mayor asociación es la autoeficacia percibida, esto es, si me veo capaz de ahorrar energía. Cuanto más, más ahorro declarado.   

Los efectos son menores cuando se mide el ahorro real de energía, los kilowatios-hora (kWh) consumidos. Esto puede explicarse por dos razones no excluyentes entre sí:     

• Porque tendemos a exagerar nuestro comportamiento: si yo me percibo preocupada por el planeta y el ahorro de recursos y me preguntan si ahorro energía, obviamente diré que sí para mantener coherencia con la imagen que tengo de mí.    

• Porque se hacen acciones que tienen poco impacto en el ahorro real de energía. El ejemplo típico es apagar la luz: es muy ‘visible’ como acción, pero su impacto en kWh es marginal. Lo mismo cabe decir de no dejar los aparatos conectados o en standby. Estas son las ideas clásicas que uno encuentra en internet para ahorrar energía, pero reducen poco los kWh. Lo que tiene más impacto en kWh es no usar o usar menos los equipos eléctricos que más contaminan: el aire acondicionado, los calentadores, el horno o la lavadora. Además, a medida que los electrodomésticos sean más eficientes energéticamente la posibilidad de ahorro energético cambiando prácticas será cada vez menor. Esta es quizá la razón por la que el estudio encuentra correlaciones menores en el tiempo, como los autores explican.    

Por otro lado, cabe preguntarse cómo de importante es el ahorro de energía. Despilfarrar recursos es una mala práctica siempre, pero a medida que tengamos más porcentaje de energía verde, el ahorro energético tendrá menos importancia como estrategia de descarbonización. Si mi aire acondicionado está funcionando con energía solar, ahorrar apagando el aire no será una estrategia para descarbonizar el sistema. Tener un aire más eficiente y un aparato que dure más tiempo o que sea reparable serán, probablemente, acciones de más impacto.    

Este metaanálisis se centra en analizar cómo disposiciones o capacidades de los individuos se asocian con acciones conducentes al ahorro energético. Conociendo estas disposiciones podemos diseñar intervenciones que actúen sobre ellas o que las hagan salientes.    

Otros metaanálisis han puesto el foco en las intervenciones —experimentos donde se testa la eficacia de una acción para fomentar el ahorro energético— y los resultados son parecidos. Intervenciones que hacen saliente la identidad ambiental o el compromiso con el ahorro aumentan la eficiencia. Igualmente, los consejos personalizados (qué puedes hacer tú en tu casa con tus equipos concretos) aumentan el ahorro. Intervenciones volicionales que aumentan la eficacia percibida también mejoran el ahorro.