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Josep Maria Suelves

Investigador del Behavioural Design Lab en el UOC eHealth Center, vocal de la junta directiva de la Sociedad de Salud Pública de Cataluña y de Baleares y vicepresidente del Comité Nacional para la Prevención del Tabaquismo

El suicidio es un grave problema social y de salud pública, que se estima que causa anualmente la muerte de, al menos, 720.000 personas en todo el mundo y un número mucho mayor de afectados, entre los que se incluyen quienes han sufrido la pérdida irreparable de un ser querido. En España fallecieron el año pasado al menos 3.952 personas a consecuencia del suicidio, una cifra que esconde tragedias que ninguna estadística puede reflejar completamente. 

Los pensamientos y conductas suicidas y la mortalidad por esta causa afectan especialmente a quienes padecen ciertos trastornos mentales como la depresión, las psicosis o las adicciones, por lo que una política efectiva de prevención del suicidio debe incluir la mejora de la detección y el tratamiento de los problemas de salud mental que suponen un mayor riesgo de suicidio. Sabemos también que las conductas suicidas no dependen exclusivamente de características individuales que puedan modificarse con intervenciones clínicas, sino que también están asociadas a determinantes ambientales y sociales que reclaman un abordaje desde la salud pública que vaya más allá de una respuesta únicamente asistencial.  

Se sabe que la mortalidad por suicidio es mayor en algunas épocas del año y que podría distribuirse de forma desigual durante los días de la semana. La distribución heterogénea de los fallecimientos por suicidio podría deberse a factores como los cambios en la temperatura atmosférica o la duración del día y la noche —que afectan a nuestra biología y pueden modificar la expresión de algunas enfermedades— así como a factores sociales o culturales que varían entre países. Para valorar mejor esos patrones temporales en la mortalidad por suicido, los autores del estudio publicado en el BMJ analizaron datos sobre más de 1,7 millones de suicidios mortales registrados ente 1971 y 2019 en 740 localizaciones de 26 países distintos. Los investigadores pudieron constatar que, a pesar de otras importantes diferencias en los patrones temporales de la mortalidad por suicidio entre países, se produjo un aumento significativo del número de suicidios mortales los lunes en comparación con los demás días laborables, y proporciones menores de fallecimientos los fines de semana. También se observó un incremento de los suicidios mortales el día de Año Nuevo en la mayoría de los países incluidos en el estudio. 

Más allá de aportar unos datos curiosos con relación a un problema de gravedad como el suicidio, los resultados de este estudio tienen interés porque ponen de relieve el papel de sus determinantes sociales. Los autores exponen algunos de los factores que podrían explicar los motivos de que haya un mayor número de suicidios los lunes y el día de Año Nuevo, como el “efecto de la promesa rota” que muchas personas experimentan al volver a exponerse a las condiciones estresantes de la vida laboral al acabar el fin de semana o después de incumplir los buenos propósitos con los que frecuentemente se despide el año. También el mayor uso de alcohol y otras variables fuertemente asociadas al suicidio como la falta de apoyo social y las diferencias de género podrían contribuir a explicar las variaciones temporales en la mortalidad que este estudio parece confirmar. 

ES