José Manuel Moreno
Catedrático de Ecología en la Universidad de Castilla-La Mancha y miembro de la Academia de Ciencias Sociales y Humanidades de Castilla-La Mancha
La covid-19 ha alterado nuestras vidas en los últimos años y también los plazos de entrega de los informes del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático (más conocido como IPCC, por sus siglas en inglés). Sin embargo, el Informe de Síntesis de la sexta ronda de evaluación de este organismo desde su fundación en 1988 no solo está a la altura de los anteriores sino que nos presenta de una forma sucinta, bien ordenada y estructurada, que se hace fácil de seguir y entender, la globalidad e interconexión de los aspectos principales que se contenían de forma independiente en los tres informes principales de cada uno de los grupos de trabajo (GT) (Las Bases Físicas del Clima, [GT I], Impactos, Adaptación y Vulnerabilidad [GT II], y Mitigación del Cambio Climático [GTIII]). Además, durante esta sexta ronda de evaluación se han realizado tres informes especiales: “Calentamiento Global de 1,5 °C”, realizado a petición de la Convención Marco de Cambio Climático tras el Acuerdo de París en 2015, que sentó las bases para reorientar los objetivos de dicho acuerdo y contemplar como objetivo de calentamiento 1,5 °C, y no solo 2 °C; “Cambio Climático y la Tierra”, que estudió las interacciones entre los ecosistemas terrestres y el clima; “Los Océanos y la Criosfera en una Clima Cambiante”, que analiza las interacciones entre estos componente del Sistema Tierra sobre el clima.
El Informe de Síntesis tiene como objetivo sintetizar de una manera global y coherente lo contenido en cada uno de los informes mencionadas. Al hacerlo ha dejado claro lo siguiente:
- el calentamiento observado es inequívoco, con muestras de ello cada vez más abrumadoras;
- la repercusión de este calentamiento sobre los ecosistemas y los sistemas humanos es también inequívoca;
- se necesitan acciones sin precedentes para reducir las emisiones a niveles compatibles con no exceder un calentamiento de 1,5 °C o 2 °C.
Estos niveles de calentamiento fueron pactados en la Conferencia de Paris en 2015. Tras analizar las tendencias pasadas y los posibles cambios futuros, el informe dedica una buena parte a explorar las posibles vías para conseguir detener el calentamiento de acuerdo con lo acordado, detallando las opciones de mitigación que existen en los distintos sectores industriales o naturales. Se detalla cómo cada aumento de calentamiento supone un escalamiento en los consiguientes peligros e impactos, de ahí la urgente necesidad de actuar sobre la mitigación, destacando los beneficios de hacerlos frente a los costes de la inacción. La solución pasa por un desarrollo que sea resiliente frente al clima, lo que requiere medidas para adaptarse al nuevo clima, al tiempo que se reducen las emisiones y se obtienen beneficios de hacerlo. No obstante, hay límites a la adaptación, de ahí la urgencia de detener el calentamiento en niveles gestionables. Los ecosistemas naturales y la sociedad están interconectados; necesitamos a los primeros para la futura prosperidad, de ahí que sea necesario conservar entre el 30 % - 50 % de estos con el fin de asegurar la salud del planeta y posibilitar el desarrollo sostenible. Por otro lado, se precisa una justicia climática que sirva de guía para la acción, pues aquellos que menos han hecho por crear el problema son los que se ven más negativamente afectados por este clima recalentado, que no va a detenerse en un futuro inmediato.
Con este informe se culmina el sexto ciclo de evaluación del IPCC, y ahora corresponde a los gobiernos tomar nota de su diagnóstico de la situación y de las opciones, que no prescripciones, que en él se contienen para abordar la detención del uso de los combustibles fósiles, principales causantes del calentamiento global del planeta. Sus conclusiones han sido aprobadas por todos los países miembros, que son la mayoría de los países representados en la ONU. Nunca la ciencia fue tan clara y robusta en señalar un problema, sus orígenes y posibilidades para reducirlo o minimizarlo. Ahora nos toca a todos actuar, en primer lugar, a los gobiernos, que son quienes tienen a su disposición las herramientas para revertir un problema creado por una forma de concebir el planeta como si fuese infinito. Pero la Tierra es finita y hay que acompasar lo que hacemos con su capacidad de tolerarlo y no alterarla de manera que el desarrollo se vuelva en nuestra contra.