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Jorge Olcina

Catedrático de Análisis Geográfico Regional en la Universidad de Alicante

Diversos estudios están considerando la reducción del PIB en muchos países y regiones por el impacto del cambio climático, aunque yo soy un poco crítico con estas proyecciones económicas en el contexto actual de cambio climático, ya que deben realizarse con modelos de corto plazo (horizonte 2030 o 2040 como mucho), porque si no, ni los gobiernos ni la sociedad actúan. La sociedad se inmuniza cuando ve fechas como 2050 o 2100 porque piensa que no van con ella.   

Reafirmando el problema que supone el proceso actual de calentamiento climático, también es cierto que las proyecciones de los efectos en las precipitaciones deben ir ajustándose cada diez años, porque es difícil calibrar el efecto del calentamiento de las aguas oceánicas en la circulación atmosférica.    

Dicho lo cual, yo diría que no se trata solo de un problema de agua. El cambio climático supone la necesidad de inversiones potentes en mitigación y adaptación para reducir su impacto en la economía y la sociedad (por la pérdida de vidas humanas por efecto de los eventos extremos).    

Estos informes son una llamada de atención necesaria para que los gobiernos actúen ya para reducir los efectos del cambio climático y para eliminar su causa (emisiones de gases de efecto invernadero). Y, como vemos, ni una cosa ni la otra se está desarrollando.    

En materia hídrica, asistiremos a cambios en regímenes de ríos y en variedades de cultivos en todo el mundo. Y tendremos que activar políticas de agua basadas en la gestión eficiente de la demanda, con una participación mayor de volúmenes de agua depurada y desalada en el mix de aguas que puedan abastecer a las sociedades en todo el mundo, y por supuesto en España, para poder garantizar la seguridad hídrica.   

El mensaje importante que se debe dar sobre la gestión del agua en el contexto de cambio climático es que las políticas de oferta continuada de agua se han acabado, porque las lluvias son cada vez más irregulares y en algunas regiones del mundo, menores. Debemos ser más responsables en la planificación hídrica y, sobre todo, en la gestión de los recursos.    

Doy dos datos de España que abundan en esta última idea (no somos responsables en gestión del agua):   

  • En España no conocemos realmente lo que gasta la agricultura en el regadío, porque no tenemos contadores a pie de parcela que controlen ese gasto.    
  • En España hay ciudades que pierden el 30-40 % del agua que se distribuye por la red de agua urbana.    

Con estos dos datos queda claro que las proyecciones de futuro están bien (aunque deben ser a corto plazo), pero que el problema lo tenemos ya encima y no estamos haciendo nada para solucionarlo. 

ES