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Jordi Pérez-Tur

Investigador científico de Organismo Público de Investigación (OPI) en el Institut de Biomedicina de València del CSIC

La detección temprana de la enfermedad de Alzheimer (EA) es un objetivo primordial de cara a llegar a disponer de estrategias que mitiguen o reduzcan la carga clínica de la enfermedad. Para que esta detección temprana sea efectiva, se requiere disponer de biomarcadores específicos que nos permitan identificar individuos que puedan desarrollar la enfermedad tan precozmente como sea posible. Hasta ahora, los biomarcadores más utilizados en la práctica clínica y que ayudan al diagnóstico se obtienen fundamentalmente del líquido cefalorraquídeo de quienes enferman. Sin embargo, en los últimos años se está poniendo el foco en biomarcadores que puedan tener un valor diagnóstico equivalente y que sean más sencillos de obtener sin perder por ello un ápice de información. Para ello se está estudiando la presencia en sangre de diversas moléculas que parecen servir para diagnosticar la EA. 

El trabajo de Palmqvist y colaboradores abunda en este tipo de estudios y se centra en identificar un biomarcador en sangre, una forma fosforilada en la posición 217 de la proteína Tau, como suficiente para el diagnóstico de la EA. Esta misma forma de proteína tau modificada ya se ha propuesto en ocasiones anteriores como un biomarcador importante en EA. ¿Qué es lo que hace este estudio especialmente relevante? Por una parte, que combina poblaciones de Suecia, Italia y España, lo que suele ser necesario para poder establecer hasta qué punto las conclusiones son extrapolables a otros grupos. Y, más importante, porque el análisis no se centra únicamente en individuos estudiados en servicios clínicos terciarios, sino que incluye igualmente individuos seguidos en atención primaria. En este último grupo los resultados también van en la misma dirección que en el caso de servicios más especializados, aunque son algo inferiores, pero esto puede estar relacionado con un menor avance de la enfermedad en estos individuos. 

Por otro lado, otra característica del estudio que resulta interesante es el uso de un sistema automatizado que permitiría un cribado poblacional a mayor escala e implementable en los diversos centros hospitalarios participantes. Dicho esto, el sistema no resulta igualmente efectivo que otros, con costes operativos mayores, actualmente en uso, aunque de manera menos generalizada. 

Por último, hay que señalar que algunos de los autores del trabajo informan que han obtenido financiación o han participado en conferencias financiadas, en parte, por la empresa fabricante del equipo automático que utilizan en el estudio. 

ES