Iñaki Echeverría Huarte
Profesor ayudante doctor en el departamento de Física y Matemática Aplicada de la facultad de Ciencias
Si hay algo que un pamplonés de nacimiento, como el autor de este artículo, puede asegurar, es que estar dentro de la Plaza del Ayuntamiento durante el chupinazo de San Fermín es una experiencia única. Es lo más parecido a ser una diminuta partícula atrapada en un espacio denso, caótico y en constante movimiento, con la diferencia notable de que el resto de ‘partículas’ llevan pañuelos rojos y, probablemente, han almorzado con más vino del recomendable. Pero lo que antes era solo una sensación personal ha adquirido recientemente respaldo científico. Un estudio publicado en Nature por el equipo de Denis Bartolo, profesor de la École Normale Supérieure de Lyon, en colaboración con Iker Zuriguel, de la Universidad de Navarra, ha analizado este fenómeno por primera vez de una manera rigurosa.
Estos investigadores han llevado a cabo una observación minuciosa durante cuatro años de cómo miles de personas (alrededor de 5.000), apretadas como sardinas en la Plaza Consistorial durante el chupinazo de San Fermín, terminan moviéndose de manera coordinada sin que nadie los guíe de forma explícita. Según su análisis, cuando la densidad alcanza un umbral crítico (alrededor de 4 personas por metro cuadrado), el gentío pasa de un estado desordenado a un fenómeno emergente de oscilaciones colectivas, en el que cientos de individuos se sincronizan en un vaivén de movimientos orbitales.
La relevancia de este descubrimiento trasciende la anécdota festiva. El fenómeno observado en Pamplona es una versión benigna de lo que puede ocurrir en situaciones de peligro extremo, como la tragedia de la Love Parade en 2010 en Duisburgo, donde los autores también han certificado la existencia de estas oscilaciones antes de la avalancha que causó la muerte de 21 personas.
El estudio no se queda en la simple descripción empírica. Basándose en principios de mecánica de fluidos, los investigadores han construido un modelo que permite predecir cómo estas oscilaciones aparecen y cómo podrían monitorearse en tiempo real. En palabras sencillas: si sabemos en qué punto una multitud deja de comportarse como un conjunto de individuos y empieza a actuar como un ente individual oscilante, podríamos identificar cuando una situación controlada puede derivar en un desastre.
Para quienes hemos vivido el chupinazo en primera persona y somos físicos de formación, pensar que los empujones y movimientos de la multitud pueden describirse con ecuaciones diferenciales resulta tan fascinante como inquietante. Sin embargo, el estudio de la dinámica de multitudes no solo ayuda a entender el frenesí de los sanfermines, sino que también permite identificar patrones de comportamiento que pueden ser clave para anticipar y prevenir accidentes en eventos masivos. Poder monitorizar y predecir estos flujos colectivos es esencial para garantizar la seguridad y optimizar la gestión de grandes concentraciones de personas.
Así que la próxima vez que alguien me pregunte cómo se siente estar en el epicentro del chupinazo, ya no tendré que recurrir a metáforas borrosas. Ahora puedo responder con propiedad: ‘Es una transición de fase impulsada por la densidad que da lugar a oscilaciones colectivas’. Y después, brindar por ello.