Jules Griffin
Director del Instituto Rowett de la Universidad de Aberdeen (Escocia)
El artículo de Monteiro y sus colegas plantea nuevas preocupaciones sobre los alimentos ultraprocesados (AUP), aportando evidencia de una revisión exhaustiva de la literatura, incluyendo estudios de todo el mundo. El metaanálisis, que promedia los resultados de estudios epidemiológicos previos para examinar su concordancia, muestra que una amplia gama de enfermedades crónicas están asociadas con un mayor consumo de alimentos ultraprocesados. A pesar de las diferencias en los diseños de estudio utilizados para analizar los AUP y su amplia distribución geográfica, los resultados demuestran que algunas de las principales enfermedades crónicas que afectan la vida moderna están asociadas con un mayor consumo de este tipo de alimentos.
Sin embargo, la complicación del análisis radica en que muchos otros factores han cambiado en nuestros sistemas alimentarios a lo largo del tiempo, por lo que la asociación no implica causalidad, como los autores reconocen abiertamente. Los autores también consideran los ensayos controlados aleatorizados, diseñados específicamente para probar la causalidad; este enfoque proporciona evidencia mucho más sólida para investigar si los AUP contribuyen a la mala salud. El problema radica en la escasez de este tipo de ensayos (solo dos), y la principal conclusión que extraigo de la evidencia es la necesidad de realizar más ensayos controlados aleatorizados para confirmar los resultados.
Además, existe una falta de evidencia sobre los mecanismos que causan y contribuyen a la enfermedad. Los autores analizan si los efectos adversos de los alimentos ultraprocesados se deben al aumento de azúcares libres, grasas saturadas, sal, fibra, grasas trans, acrilamida, disruptores endocrinos, hiperpalatabilidad, alta densidad energética (sin incluir bebidas), alteración de la estructura de los alimentos, textura blanda, bajo contenido de fitoquímicos beneficiosos para la salud y contaminantes tóxicos. Esta es una lista bastante completa de todos los aspectos que nos preocupan actualmente en nutrición. No todos los alimentos ultraprocesados presentan estos problemas; de hecho, sabemos que algunos procesos de elaboración son beneficiosos, como la fortificación del pan con ácido fólico y los esfuerzos actuales de la industria alimentaria en el Reino Unido para reducir la sal, el azúcar y las grasas saturadas en ciertos productos representan el lado positivo del procesamiento de alimentos.
A pesar de estas reservas en cuanto a la comprensión de los mecanismos por los cuales los alimentos ultraprocesados pueden causar problemas de salud, el mensaje general es que necesitamos urgentemente comprender cómo el procesamiento de alimentos a esta escala influye en nuestra salud y cómo los alimentos ultraprocesados tienen un impacto importante en nuestro riesgo de desarrollar enfermedades crónicas.