Luis Ignacio González Granado
Médico especialista en inmunodeficiencias y profesor asociado de Pediatría en la Universidad Complutense de Madrid
Es un trabajo de extraordinaria relevancia y alta calidad metodológica. Demuestra que la terapia génica con vector lentiviral para la deficiencia de adenosina-desaminasa (ADA-SCID) es eficaz (95 % de los pacientes) y segura, con baja toxicidad frente a la alternativa actual, el trasplante hematopoyético. La estabilidad del número de copias del vector (VCN) en los glóbulos blancos sugiere corrección de la enfermedad en las células madre, marcador clave de curación. Es la serie más amplia publicada con seguimiento prolongado (más de cinco años) requiriendo, en la mayoría de los casos, una sola infusión.
Confirma y amplía resultados previos a corto plazo, mostrando reconstitución [de células] T, B y NK sostenida a más de siete años vista, independencia de inmunoglobulina en el 98 % de los pacientes y buenas respuestas vacunales, permitiendo, además, suspender la profilaxis antiinfecciosa.
En seguridad, mejora claramente al tratamiento con vectores gamma-retrovirales. Los vectores lentivirales se están imponiendo precisamente por su menor riesgo de mutagénesis insercional, lo que conlleva el desarrollo de leucemia en pacientes con los antiguos vectores gamma-retrovirales.
El uso de producto criopreservado, además del fresco, permite la fabricación centralizada y la infusión en otros centros, evitando desplazamientos a las pocas instituciones con capacidad de producción y cumplimiento de las exigencias regulatorias.
Otra ventaja clave consiste en que, si excepcionalmente la terapia génica fallara, el paciente sigue siendo candidato a un trasplante alogénico; a la inversa, un trasplante previo impide el acceso a terapia génica.
Las únicas limitaciones son tres y no exclusivas de esta terapia, sino de las ‘terapias génicas’ en general: en primer lugar, la necesidad de seguimiento a largo plazo a todo paciente que ha recibido una terapia celular. Para continuar, el coste y la complejidad logística del tratamiento (en términos de fabricación y financiación) en un sistema sanitario tensionado. Finalmente, la latencia hasta la reconstitución inmune del paciente (seis–doce meses), el periodo en el que persiste riesgo de infecciones y restricciones de vida diaria. Es imperativo desarrollar estrategias que aceleren esta recuperación.
Mi conclusión es que se trata de un estudio muy relevante en una enfermedad tan infrecuente como las inmunodeficiencias combinadas graves (las denominadas del ‘niño burbuja’), este estudio consolida la terapia génica lentiviral (mediante infusión única) como opción curativa prioritaria y segura para ADA-SCID, con impacto directo en las guías de tratamiento. Las agencias reguladoras deberían priorizar su implementación allí donde sea viable, garantizando el sostenimiento de costes y la seguridad a largo plazo.