Gemma Marfany
Catedrática de Genética de la Universitat de Barcelona (UB) y miembro de CIBERER
Me parece muy interesante este Premio Nobel ya que premia a investigadores que realizaron investigación básica que luego se ha demostrado que es muy importante para comprender la regulación de la expresión de los genes. Habitualmente, explicamos que los genes son una secuencia de ADN que codifica para una proteína concreta, y que para que se pueda decodificar la información genética, el ADN se transcribe a ARN para ser luego traducido a proteínas. Sin embargo, y aunque todos los genes se transcriben, no todos codifican para proteínas. Hay genes para los que el ARN no es traducido, sino que el ARN funciona como tal.
Los ganadores del Premio Nobel de este año, Ambros y Ruvkun, justamente descubrieron un mecanismo de regulación genética que se basa en el uso de ARNs muy pequeños, de ahí el nombre de microARNs, cuya función es unirse a los ARNs de otros genes para silenciarlos y que no produzcan proteína. Es decir, que hacen la función inversa, impedir y bloquear que se traduzcan otros genes. Ambros y Ruvkun descubrieron estos genes en el nemátodo C.elegans y al principio no se les hizo mucho caso porque se pensó que era un mecanismo excepcional que solo debía actuar en organismos muy concretos, hasta que se ha descubierto que es un mecanismo de regulación muy efectivo y universal en los organismos pluricelulares. Aunque los genes de microARN son muy pequeños (de 21 a 25 nucleótidos), existen enfermedades genéticas hereditarias causadas por mutaciones en estos genes y, como consecuencia, se desregulan muchos genes distintos, pudiendo alterar varias vías de señalización o metabólicas y afectar a distintos órganos.