Autor/es reacciones

M. Gema Chacón

Investigadora del IPHES-CERCA en Tarragona, profesora asociada en la Universitat Rovira i Virgili e investigadora asociada en el Muséum National d’Histoire Naturelle (París, Francia)

El artículo de Hatala et al. aporta una contribución significativa al campo de la paleoantropología al proporcionar evidencia directa de la coexistencia de diferentes especies de homininos en el Pleistoceno temprano, un fenómeno que hasta ahora se había inferido únicamente a partir de datos fósiles dispersos. Las conclusiones del estudio se basan en análisis detallados de huellas fosilizadas en el yacimiento FE22 de Koobi Fora (Kenia), respaldados por métodos sólidos que incluyen la comparación con otros conjuntos de huellas de edad similar, con las de humanos modernos y de chimpancés. La identificación de dos patrones distintos de bipedalismo atribuibles a Homo erectus y Paranthropus boisei sugiere una diversidad locomotora más amplia de lo que se pensaba previamente, abriendo nuevas perspectivas sobre las interacciones ecológicas entre estas especies. 

Este trabajo se alinea con estudios previos sobre diversidad hominina en el Pleistoceno, pero aporta la novedad de documentar patrones locomotores divergentes en una misma superficie de huellas. Este hallazgo sugiere no solo la coexistencia de estas especies, sino también la posibilidad de estrategias ecológicas diferenciadas que permitieron compartir un mismo hábitat lacustre. 

En términos de implicaciones, este trabajo subraya la importancia de considerar la diversidad comportamental y locomotora en modelos de evolución humana. Las diferencias en el bipedalismo podrían reflejar adaptaciones ecológicas específicas, reduciendo potencialmente la competencia directa y favoreciendo la coexistencia. Estos resultados invitan a futuras investigaciones que combinen el análisis de huellas fosilizadas con otras líneas de evidencia, como fósiles humanos y materiales arqueológicos, para comprender de manera más integral cómo las dinámicas ecológicas y comportamentales influyeron en los procesos evolutivos del Pleistoceno.

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