Raquel Sánchez-Valle
Jefa de Servicio de Neurología del Hospital Clínic de Barcelona y secretaria del Grupo de estudio de conducta y demencias de la Sociedad Española de Neurología
Se trata de un estudio epidemiológico, de un amplio número de casos y controles, con metodología de calidad en este contexto. Los diagnósticos clínicos se obtuvieron de códigos provenientes de certificados de defunción, códigos diagnósticos hospitalarios y uso de medicación específica que estaban disponibles desde diferentes fechas, por lo que no hay una cobertura completa de todo el periodo. La codificación diagnóstica tiene sus limitaciones, especialmente en datos antiguos, pues no es detallada. En los certificados de defunción se puede omitir el diagnóstico de enfermedad neurodegenerativa "como causa de muerte" en algunas ocasiones, especialmente en registros antiguos en los que se minimizaba el impacto de estas enfermedades como causa de muerte. No se especifica si se han incluido datos de atención primaria. Todo ello en todo caso podría minimizar la frecuencia de enfermedades neurodegenerativas, si bien de forma similar en casos y controles. Por otra parte, un estudio basado en códigos diagnósticos no permite obtener detalles clínicos como podría ser una revisión de historias clínicas, pero por la ambición del proyecto a nivel numérico hubiera sido muy difícil de obtener.
Este estudio va en la misma línea de otros publicados en futbolistas profesionales que demuestran un aumento de enfermedades neurodegenerativas global, aun cuando estos presentan un nivel habitualmente menor de factores de riesgo cardiovascular —en este estudio la mortalidad cardiovascular era similar, la atribuible a tabaquismo era menor—. El riesgo de alguna de las enfermedades es algo menor y no se aprecia un riesgo aumentado de enfermedad de Parkinson o ELA. Estas diferencias podrían tener diferentes motivos, entre ellos algunos que discuten los mismos autores, respecto a que dado que la profesionalización en el fútbol sueco fue posterior a la de otros países, la exposición a traumatismos haya sido menos intensa o prolongada.
Respecto a implicaciones prácticas, tanto Estados Unidos como el Reino Unido han tomado medidas para minimizar los traumatismos craneoencefálicos en niños limitando el uso de chutes con la cabeza o modificando el tipo de balón. Sin embargo, no está claro si el daño por traumatismos craneoencefálicos repetidos proviene de los chutes con la cabeza o son los impactos involuntarios de mayor intensidad —balonazos, choques entre jugadores que en ocasiones provocan conmociones cerebrales— los que generan principalmente el daño, por lo que está en discusión la necesidad de utilizar otras medidas preventivas —como el uso del casco—, establecer protocolos estrictos "punitivos" ante juego agresivo que pudiese dar lugar a este tipo de traumatismos o de retirada del juego, descanso y monitorización de los jugadores que hayan sufrido una conmoción cerebral.
La progresiva profesionalización del fútbol desde edades cada vez más precoces y la posible mayor agresividad en el campo no sugieren que el riesgo se haya podido reducir de forma relevante hasta el momento.