Francisco Sánchez-Bayo
Profesor asociado honorario de la Escuela de Ciencias Ambientales y de la Vida de la Universidad de Sídney (Australia)
El estudio está bien hecho y los datos obtenidos de la literatura están analizados usando un método apropiado aunque, a mi parecer, un poco complicado. La distinción entre causas, presiones, estados, impactos y respuestas no ayuda a comprender bien el análisis global, que, en definitiva, se podría resumir en dos términos: causas e impactos. Los gráficos aluviales, por el contrario, son una buena forma de representar los resultados.
El estudio está basado en nuestro primer trabajo sobre el declive de los insectos y sigue la misma estructura y metodología: compilación de estudios en la literatura científica sobre insectos y análisis de las posibles causas basado en lo que los autores de los estudios originales reportaron.
La mayor novedad es que los autores analizan también los aumentos poblaciones de algunas de esas especies (nosotros solo analizamos los declives). Esos aumentos se deben a la mejora de hábitats en áreas con agricultura extensiva (opuesta a la intensiva que utiliza fertilizantes y pesticidas) o en zonas de conservación, y, en otros casos, al cambio climático.
Por lo demás, las conclusiones son las mismas que las nuestras: el declive general de los carábidos y de los lepidópteros se estima en 39 % y 48 % respectivamente, y los declives superan con mucho los aumentos de algunas de esas especies (24 % carábidos y 26 % lepidópteros). Lo mismo en cuanto a las causas de los declives, que se deben más que nada a las modificaciones del hábitat por actividades humanas, la intensificación de la agricultura (que conlleva inevitablemente el uso de fertilizantes y pesticidas) y al cambio climático.
[Hay que tener en cuenta] las mismas limitaciones que tuvimos nosotros al hacer nuestro estudio: las causas analizadas son las que los autores de los estudios originales reportan en sus artículos y, en la mayoría de los casos son presumibles, no confirmadas.
Me sorprende que los autores no citen ninguno de los artículos sobre el tema publicados hace dos años en un número especial de los Proceedings of the National Academy of Sciences de Estados Unidos. Tampoco citan nuestra última revisión sobre el tema, publicada en 2021.
No está claro por qué esas empresas [Bayer, BASF y Syngenta] han financiado este estudio. Lo curioso es que los autores llegan a las mismas conclusiones que nosotros, aunque evitan culpar a los pesticidas. En su lugar, achacan a la agricultura intensiva como la segunda mayor causa de los declives (la primera causa [que citan] son las actividades antropogénicas en general), aunque admiten solapadamente en el texto que tal tipo de agricultura está íntimamente ligada al uso de fertilizantes y pesticidas. Es por eso mismo que nosotros señalamos a los fertilizantes y pesticidas como la segunda causa del declive de insectos, ya que son parte integrante de ese tipo de agricultura e impactan en las poblaciones de insectos tanto directamente (matando a los insectos) como indirectamente, a través de modificaciones en las comunidades animales e incluso del hábitat (a través de los herbicidas) en las zonas agrícolas.
El declive de los insectos es una realidad confirmada por la mayoría de los estudios que existen sobre el tema y los aumentos de algunas especies de insectos se deben a intervenciones humanas dirigidas a restaurar los ecosistemas afectados o al cambio climático que favorece a algunas especies.
Para remediar la situación, necesitamos cambiar del sistema agrícola intensivo a otro sistema que sea compatible con la biodiversidad de insectos y otros organismos. Eso es lo que muchos investigadores —incluido yo mismo— han indicado repetidamente.