Ernesto Rodríguez Camino
Meteorólogo Superior del Estado y presidente de la Asociación Meteorológica Española
El metano es un gas de efecto invernadero que contribuye aproximadamente a la quinta parte del calentamiento global observado. Aunque su concentración es mucho menor que la de CO2 en la atmósfera, su mayor potencial de calentamiento hace que su aportación al calentamiento global sea significativa.
El análisis del pico en la tasa de crecimiento de su concentración, así como de sus fuentes y sumideros tanto de origen natural como por actividades humanas, que se ha dado en el año 2020 –a pesar del parón en las actividades industriales por la covid-19 y el consiguiente descenso en el uso de combustibles fósiles– ha permitido determinar que las emisiones de metano son muy sensibles no solo a las actividades humanas sino también a las características climáticas. Por ejemplo, un año más cálido y lluvioso favorece las emisiones de metano procedente de los humedales.
Los modelos climáticos que se utilizan para estimar la evolución del clima, incluido el calentamiento asociado a nuestras emisiones de gases de efecto invernadero, incluyen aproximaciones y suposiciones sobre nuestras futuras emisiones de gases de efecto invernadero. El resultado de este trabajo nos muestra la necesidad de entender mejor las emisiones de metano procedentes de los humedales y su relación con las condiciones climáticas.
Posiblemente en un futuro próximo se considere aumentar la complejidad de los modelos climáticos con un acoplamiento adicional entre las emisiones de metano y las condiciones climáticas. Más aún, esta dependencia de las emisiones de metano con características climáticas (a mayor temperatura y pluviosidad, mayores emisiones procedentes de humedales) puede ser el origen de un mecanismo de retroalimentación positiva en el sistema climático que hasta ahora no ha sido contemplado y que puede dar lugar a que se vean incrementadas nuestras estimaciones sobre el calentamiento global futuro.