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Eduardo Rojas Briales

Profesor de la Universitat Politècnica de València y exsubdirector general de la FAO

¿A qué se debe que el incendio sea tan virulento?  

“En verano las Canarias se ven afectadas por los alisios que transportan mucha humedad y temperaturas relativamente bajas con viento del NE paralelo a la costa marroquí. Esto produce estancamiento de nubes y algo de precipitación horizontal en las montañas de las islas de mayor relieve en la cota 600-1.500 m. Por encima de esa altitud, que no es fija y oscila, se produce el contra-alisio que viene del SW, es muy cálido y seco. Hasta los 2.300 m (cota de la llanura de las Cañadas) las condiciones son propicias al pino canario sin más árbol que algún Juniperus (enebro) que resista este clima extremo. El verano es largo y esa zona se repobló extensamente desde 1900, con lo que dispone de mucha masa forestal continua y de una cierta edad con mucho combustible disponible. Anteriormente muchas de estas zonas estaban cultivadas”.  

¿Cómo evolucionan este tipo de fuegos? 

“No muy diferente a los que afectan a pinares naturales o de repoblación con alta continuidad horizontal en la Península”.  

¿Estaríamos ante un megaincendio o incendio de sexta generación? 

“Por lo que se ve en las fotos sí, pero hay que analizar la información de imágenes de satélite y la observación atmosférica”.   

¿Se puede hacer algo más aparte de lo que están haciendo ya los equipos de extinción? 

“Directamente no. Previamente sí: red de caminos para poder acceder, claras y podas, quemas prescritas. En Gran Canaria, que es mucho más seca, el incendio de hace dos semanas se paró en unas 100 hectáreas gracias a que llegó a zonas donde se había practicado consecuentemente gestión forestal. En los barrancos, favorecer vegetación [y] menos combustible. Donde sea agronómicamente viable y de interés por prevención de incendios, recuperar cultivos como la vid para generar barreras verdes”. 

ES