Carlota Dobaño
Profesora de investigación y jefa del Grupo de Inmunología de la Malaria en el Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal)
Los ensayos clínicos de fase 3 para registro de una vacuna, como este, son estudios ejecutados con mucho rigor y bajo monitorización externa, y el diseño y desempeño está bajo escrutinio de comités expertos de la OMS antes de recomendar esta vacuna R21 y por revisores externos de la revista Lancet. Por tanto, el estudio es en general de calidad, aunque con ciertas limitaciones que se mencionan en la discusión y comento abajo
El estudio demuestra la utilidad de una segunda vacuna para la malaria desarrollada en Oxford, con una formulación muy parecida a la primera vacuna que la OMS recomendó tras otro ensayo multicéntrico más amplio de fase 3 y una serie de estudios piloto de implementación en tres países africanos (RTS,S/AS01E o Mosquirix de GSK). Ambas constan de un antígeno frente al parásito de la malaria basado en la proteína del circumsporozoito, de la superficie del Plasmodium falciparum que inyecta el mosquito transmisor, fusionado al antígeno de superficie del virus de la hepatitis B y formulado con un adyuvante que estimula una respuesta inflamatoria por parte del sistema inmunitario innato, e inducen niveles elevados de anticuerpos frente al parásito.
La vacuna muestra una eficacia elevada en áreas de malaria estacional cuando es administrada justo antes de los meses de lluvias asociados a la alta transmisión de la infección, y menos eficacia en los lugares de transmisión menos intensa y perenne. Los autores indican que se podrá producir de manera económica un elevado número de dosis de vacuna, lo que beneficiará que un mayor número de niños africanos la reciban, dada la actual limitación a nivel de manufactura de la otra vacuna disponible. Igual que ha ocurrido con la pandemia de covid-19, el hecho de disponer de más de una vacuna posibilita una cobertura mayor. Ambas vacunas se consideran de primera generación, con eficacias mejorables, y se necesita seguir investigando brechas del conocimiento (por ejemplo, por qué no protege al 90-100 % de los niños) para poderlas optimizar en segundas generaciones.
Se tiene que monitorizar todavía la duración de la eficacia de dicha vacuna para evaluar más extensamente su impacto en salud pública, así como su eficacia en zonas de África donde hay una elevada transmisión de la malaria y todo el año. Los dos centros del África del Este incluidos tienen muy baja transmisión de malaria en la actualidad y no son completamente representativos de la epidemiología que existe en gran parte de las zonas endémicas del continente, donde la malaria es una de las primeras causas de enfermedad y mortalidad de su población.