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David Galadí-Enríquez

Profesor del departamento de Física de la Universidad de Córdoba

Nos encontramos ante dos artículos complementarios, relevantes y novedosos que proponen un cambio de enfoque a la hora de abordar los efectos sobre el medio ambiente de la proliferación de satélites artificiales y de luz artificial nocturna. Un trabajo es de carácter científico, mientras que el otro, publicado como comment (‘comentario’) plantea una visión centrada en consideraciones culturales, políticas y económicas. 

El estudio científico ‘Aggregate effects of proliferating low-Earth-orbit objects and implications for astronomical data lost in the noise’ viene firmado por un grupo de especialistas que acumulan una larga experiencia en este tipo de trabajos y cuentan con el máximo prestigio en la comunidad internacional dedicada a estos asuntos. Sus conclusiones son sólidas dentro del margen que permite la información disponible, y amplían en una dirección poco estudiada las conclusiones de estudios anteriores. En particular, aunque no solo, llaman la atención sobre el incremento general de brillo del cielo causado por grandes poblaciones de objetos pequeños en órbita.  

Las incertidumbres principales a que se enfrenta este análisis proceden de dos fuentes: del desconocimiento de la evolución futura de los proyectos para colocar en órbita megaconstelaciones de satélites, y del hecho de que los datos sobre fragmentos pequeños de basura espacial no están disponibles para la población civil general.  

Aun así, las conclusiones son de la mayor relevancia. El artículo supone un avance científico y argumental considerable en el camino de incluir la contaminación lumínica en el ámbito más general de los problemas ambientales e insiste en que hay que tratar la superficie terrestre, la atmósfera y el espacio cercano como un continuo integral e integrado, digno de protección considerado como un todo. 

El comentario ‘A call for scientist to halt the spoiling of the night sky with artificial light and satellites’, aun no siendo de carácter científico-técnico, plantea una serie de reflexiones de corte político, social y económico que no dejarán indiferente a la comunidad científica. 

El aspecto más llamativo está en la propuesta de dejar de poner el foco en la mitigación de los impactos a través de la colaboración con las empresas contaminantes (a las que se pide autorregulación) para abordar el problema desde el punto de vista de la normativa impuesta desde arriba. También publican una serie de consideraciones sobre la luz artificial como agente contaminante que llevan el debate desde el ámbito industrial e ingenieril (donde solía estar) hasta el centro del campo de los estudios medioambientales. Su tesis central consiste en que la luz artificial de noche provenga de alumbrado o de satélites, debe tratarse como un contaminante atmosférico más, y que los caminos para su control deben diseñarse desde ese punto de vista, tanto en lo referente a criterios científico-técnicos como en lo que respecta a cuestiones organizativas, políticas, empresariales, económicas y de comunicación. 

ES