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Clara Grima

Profesora de Matemáticas en la Escuela Técnica Superior de Ingeniería Informática (US) e investigadora de Geometría Computacional

Estoy muy feliz con que le hayan dado una de las cuatro medallas Fields a Maryna Viazovska, aunque, por otra parte, una parte muy importante de la comunidad matemática mundial está un poco triste porque nos quedamos esperando esa medalla en 2018. La merecía desde entonces. Ella sola en 2016 resolvió un problema geométrico muy importante sobre empaquetamiento de esferas para la dimensión 8. Lo publicó ella sola en la revista Annals of Mathematics, que es posiblemente la revista más importante que hay en matemáticas, y luego con dimensión 24 también lo publicó en la misma revista con otros colaboradores.

El caso es que la forma que ha tenido Maryna Viazovska de demostrar esos problemas ha sido tan contundente como elegante y fascinante.

El empaquetamiento de esferas es un problema muy antiguo. Consiste en demostrar cuál es la forma óptima de empaquetar esferas de forma que sea lo más compacta posible, o sea, de forma que deje el menor hueco sin cubrir. Por ejemplo, si es sobre una superficie plana como una mesa, ya se demostró que para agrupar esferas en el caso del plano las esferas son discos, puedes pensar en monedas redondas, la forma de hacerlo es poniendo monedas en forma hexagonal: pones una moneda en el medio y seis alrededor formando un hexágono. Esa es la forma que deja menos espacio vacío, más compacto. Eso se demostró en 1892 y luego, el empaquetamiento de esferas en tres dimensiones, de forma que quedara el menor espacio posible entre ellas, fue un problema que se planteó para organizar de forma óptima las balas de cañón. Lamentablemente ese fue el planteamiento, pero podemos pensar en la forma óptima de apilar cosas redondas, naranjas o sandías, y es la que precisamente usan los fruteros: ponerlas en forma piramidal. Esto que parece tan obvio costó muchísimo tiempo demostrarlo matemáticamente y lo demostró en 1998 Thomas Hales, aunque no se dio por válida la prueba hasta 2005 porque hizo falta el uso de ordenador.

Bueno, pues este problema, en general los matemáticos nos lo planteamos en cualquier dimensión, no solo en dimensión 3 sino en cualquiera. La utilidad de estos problemas en cualquier dimensión va desde cristalografía hasta big data, que tienen un montón de aplicaciones. Maryna lo hizo en dimensión 8 (nadie en condiciones normales puede visualizar la dimensión 8) ella sola y luego en dimensión 24. O sea, que son problemas que el resto de casos de dimensiones están sin resolver, son tremendamente complicados. Ella resolvió dos de ellos, uno en solitario y otro, de forma conjunta, y de una forma brillante y espectacular y no al alcance del entendimiento de cualquiera, ni siquiera posiblemente del mío. Son matemáticas muy avanzadas. Son problemas con mucha trascendencia en muchas áreas del conocimiento. Me alegro un montón de que se lo hayan concedido a Maryna porque posiblemente es una de las mentes matemáticas más brillantes que tenemos en el siglo XXI y es muy joven: nació en 1984, o sea, que le queda muchísimo por aportar y espero que lo siga aportando y que se convierta —y ojalá los medios colaboren con ello, en un gran referente para las niñas y para los niños de este mundo.

ES