Caroline Orchiston
Directora del Centro para la Sostenibilidad de la Universidad de Otago.
El terremoto ocurrido hoy frente a la península de Kamchatka es un evento de gran magnitud (M8,8), y tuvo lugar en una zona de subducción donde la placa del Pacífico se hunde bajo la placa de Okhotsk. Al haber ocurrido en alta mar, generó un tsunami.
Según el USGS, la zona tiene una población relativamente pequeña, por lo que no se espera que los daños o lesiones a personas y propiedades locales sean demasiado graves. Las costas del noroeste del Pacífico de EE. UU. y de Alaska están bajo un aviso de tsunami, con olas de menos de 30 cm esperadas en algunas zonas del norte, y Crescent City (un promontorio en la costa de Oregón) con las olas más altas pronosticadas, de hasta 1,5 metros (USGS).
Hasta el último recuento, ya se han registrado 10 réplicas por encima de magnitud 5, siendo la mayor de M6,9. Esto demuestra que los terremotos de gran magnitud generan secuencias de réplicas que comienzan de inmediato, y algunas de estas pueden ser dañinas por sí mismas. Desde la perspectiva de la población local, la experiencia de este terremoto se verá agravada en las próximas semanas, meses e incluso años por la actividad sísmica posterior, que puede tener un impacto psicosocial significativo.
Aotearoa se encuentra a poco más de 9.600 km del epicentro, con solo el océano Pacífico entre medias. Nueva Zelanda no es ajena a los efectos de tsunamis lejanos, como demuestra nuestra experiencia con el terremoto de Chile de 1960, de magnitud 9,6. Olas de hasta 5,5 metros en algunas zonas costeras tardaron entre 10 y 12 horas en cruzar el Pacífico y llegar a nuestras costas. La alerta enviada esta tarde por NEMA a través del móvil instó a la población a no acudir a la costa a observar el tsunami. Prestemos atención a esta advertencia y demostremos que hemos aprendido algo sobre el riesgo de tsunami manteniéndonos alejados de las olas o corrientes fuertes en nuestras playas, bahías y otras zonas costeras.