Ángel Galán Martín
Investigador distinguido Beatriz Galindo en el departamento de Ingeniería Química, Ambiental y de los Materiales de la Universidad de Jaén
No cabe duda de que el desarrollo de soluciones efectivas para la eliminación de CO₂ de la atmósfera es fundamental para cumplir con los objetivos climáticos globales. El artículo de Ning Zeng y coautores muestra una idea particularmente valiosa: la naturaleza misma nos ha proporcionado, casi por azar, una posible solución climática a través de un fenómeno descubierto casi por casualidad.
El sorprendente descubrimiento de un tronco de madera de 3.775 años, enterrado a dos metros bajo tierra, ha revelado un estado de conservación excepcional, con menos del 5 % de pérdida de carbono. Este hallazgo pone de manifiesto un proceso natural que podría ser replicado de manera intencional. Los suelos compactos de arcilla y anóxicos parecen crear las condiciones perfectas para que la biomasa se preserve durante milenios sin apenas descomponerse, lo que abre una nueva y prometedora vía para el secuestro duradero de carbono.
El estudio propone que esta técnica de “enterramiento de madera”, inspirada directamente en los mecanismos de conservación observados en la naturaleza, podría ser escalada globalmente, con el potencial de secuestrar hasta 10 gigatoneladas de CO₂ al año. Además, se trata de una solución económica y más accesible que muchas de las tecnologías actuales para la eliminación de carbono, con lo que podría convertirse en una opción interesante dentro del conjunto de herramientas para abordar el cambio climático y, en particular, dar el impulso necesario para convertir el secuestro de CO₂ en una realidad tangible y eficaz.