Ana Muñoz van den Eynde
Responsable de la Unidad de Investigación en Ciencia, Tecnología y Sociedad del CIEMAT
La presentación de los resultados de la edición 2022 de la Encuesta de Percepción Social de FECYT es una muy buena noticia, pues refleja que se mantiene la serie iniciada en 2002. Hasta donde sé, solo la General Social Survey de EEUU mantiene una periodicidad similar. Hay otras encuestas sobre percepción de la ciencia como, por ejemplo, los Eurobarómetros a nivel de la Unión Europea, o la PAS (Public Attitudes to Science) en Reino Unido, pero no se realizan de manera regular. Por otro lado, dadas las dificultades cada vez mayores para realizar encuestas en formato presencial, que la muestra incluya más de 6.000 entrevistas domiciliarias es altamente positivo.
Hay tanta información disponible, que resulta difícil centrarse en algún aspecto concreto. No obstante, creo que el interés merece un poco de atención. Es un constructo motivacional que se dirige siempre hacia algo (el objeto del interés) y refleja un deseo de saber más sobre esa cuestión. Es de los elementos que se suele incluir siempre en las encuestas de percepción social de la ciencia. Y la manera más habitual de medirlo es con la pregunta general: ¿hasta qué punto está interesado/a por la ciencia? Los resultados que se obtienen son siempre positivos. En la edición de 2022, un 47 % de la muestra manifiesta estar muy o bastante interesada en la ciencia y la tecnología cuando se pregunta directamente por esta cuestión y un 22 % dice que está poco o nada interesado. Se observa también una tendencia creciente y sostenida desde 2004. Sin embargo, responder afirmativamente a esta pregunta, una vez que el tema pasa a primer plano en la mente de quien responde, es sencillo. Y socialmente deseable. En cambio, FECYT incluye desde hace tiempo una pregunta para medir el interés informativo. Es una pregunta abierta, en la que no se explicita ningún tema de antemano y se da la opción de mencionar tres. Un 12,3 % de las personas encuestadas ha mencionado la ciencia y la tecnología en alguna de las tres opciones. A diferencia de lo que ocurre con el interés general, el interés informativo creció en cada una de las ediciones hasta alcanzar un máximo en 2018. A partir de ese año se observa una tendencia decreciente. Para poner en contexto el dato de la pregunta general, no podemos ignorar los indicios de que hay una baja implicación con la ciencia y la tecnología en la población. Una de las razones para no realizar actividades relacionadas con la ciencia y la tecnología, mencionada por el 31,8 % es, precisamente, la falta de interés. También hay un 13,4 % que dice que “No es para mí”. Por otro lado, el 40 % dice que no está interesado en involucrarse en la toma de decisiones sobre cuestiones científicas. Un 18,7 % afirma que le gustaría que los y las ciudadanas se implicaran, pero no quiere hacerlo personalmente.
En la literatura sobre la investigación con encuestas se ha encontrado de manera repetida que las respuestas que se obtienen dependen mucho de las preguntas que se hacen y de cómo se hacen. Las encuestas de percepción social presentan una visión positiva de la ciencia en sus preguntas, por lo que obtienen una visión positiva de ella en las respuestas. En las investigaciones que realizamos en la Unidad de Investigación en Ciencia, Tecnología y Sociedad (UICTS) del CIEMAT hemos encontrado un panorama diferente. En 2019 hicimos un estudio en el que reclutamos a los participantes mediante una campaña de publicidad en Facebook que nos permitió identificar un grupo pequeño, pero muy consistente, de personas con una actitud muy negativa hacia la ciencia. Vimos, además, a través de los comentarios que generó el estudio, que las personas con actitud negativa se esforzaban mucho por dar a conocer su opinión.
En un estudio realizado en 2022 hemos encontrado que la prevalencia de la actitud de rechazo a la ciencia es baja (en torno al 3 %), pero hemos encontrado también que más de la mitad de la muestra mostraba una actitud poco positiva hacia la ciencia, muy condicionada por el rechazo a una visión instrumentalizada de esta actividad. Hemos encontrado también que la percepción de que la ciencia es un instrumento económico y político afecta negativamente a la percepción de la ciencia como fuente de conocimiento. Tenemos la hipótesis de que este resultado se debe, al menos en parte, al discurso público sobre la ciencia, en el que predominan dos marcos de referencia opuestos, pero igualmente contraproducentes: uno centrado en la ciencia como fuente de crecimiento y progreso económico (visión instrumental) y otro centrado en la leyenda de que es infalible. El primero se traduce en la imagen de que la ciencia está manipulada. El segundo genera expectativas poco realistas, que pueden deteriorar la imagen de la ciencia cuando no se pueden cumplir. Al mismo tiempo, se dedica poco espacio a hablar de la naturaleza de la ciencia, de cuáles son sus procesos. Como resultado, frases como “La ciencia se equivoca” o “Las respuestas de la ciencia son provisionales”, que diseñamos pensando que reflejarían la visión de la ciencia como fuente de conocimiento, actúan en realidad como indicadores de actitud negativa.
En este contexto, es interesante destacar cómo el 60,5 % de las personas que han respondido a la encuesta de FECYT considera que la información científica que recibe es superficial y el 76,7 % considera que es insuficiente. Este dato resulta algo contradictorio si volvemos a pensar en las personas que dicen tener interés informativo por la ciencia. Es una cuestión que habrá que seguir estudiando con detalle, lo mismo que tratar de identificar qué se esconde detrás de las respuestas a la pregunta general sobre el interés por la ciencia. En los análisis que hemos realizado en la UICTS hemos encontrado que no tiene poder explicativo, es decir, no sabemos en qué piensa la gente a la hora de responder. Probablemente, en cosas muy diferentes.