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Ana Muñoz van den Eynde

Responsable de la Unidad de Investigación en Ciencia, Tecnología y Sociedad del CIEMAT

La relación entre ciencia y política es estrecha. Tiene dos lados, la política científica, que se encarga de regular el marco en el que se financia y se produce la ciencia, y la ciencia para la política (el asesoramiento científico), que proporciona conocimiento científico para apoyar la toma de las decisiones políticas. Durante mucho tiempo, ambas facetas de la relación han trabajado en paralelo y han funcionado relativamente al margen de la confrontación política. 

Las redes sociales y la nueva manera de hacer política, sin embargo, han cambiado de manera radical esta situación, aunque el origen de la interferencia de la política en la ciencia viene de antes. Como es más difícil discernir entre contenidos verdaderos y falsos en Internet, ahora es más fácil que nunca difundir noticias falsas con motivaciones políticas. En Estados Unidos, las redes sociales han acelerado enormemente una brecha política en la confianza científica que viene de lejos. A partir de Ronald Reagan, los líderes republicanos han convertido la ciencia en un campo partidista. La ideología de la desregulación y la limitación de la acción de gobierno es una de las principales razones de esta actitud. Los legisladores republicanos suelen ignorar las cuestiones medioambientales a pesar del consenso científico sobre las causas y los efectos que estas provocan. 

El presidente Trump ha llevado la sospecha sobre la ciencia a otro nivel al tratarla como una opinión política más. Desde su punto de vista, los científicos y las instituciones que contradicen sus puntos de vista están motivados por sus agendas políticas y esto le ha llevado a afirmar que la ciencia que ofrecen es falsa. El hecho de que la aceptación o el rechazo de la ciencia esté cada vez más determinado por las afiliaciones políticas amenaza la autonomía de los científicos. Una vez que una teoría se etiqueta como “conservadora” o “liberal”, resulta difícil para los científicos cuestionarla. Así, algunos científicos son menos propensos a cuestionar hipótesis por miedo a las presiones políticas y sociales.  

En todo caso, en una encuesta realizada por Gallup en 2021 se observó una pequeña disminución en el porcentaje de adultos estadounidenses que decían tener mucha o bastante confianza en la ciencia en comparación con un estudio realizado en 1975. El porcentaje bajó del 70 % al 64 %. Sin embargo, ese pequeño cambio oculta cambios mucho más importantes, que reflejan una total división en el apoyo a la ciencia entre demócratas y republicanos. 

 

encuesta

Por otro lado, la gente ve cada vez más las cuestiones científicas a través de una lente política. En el pasado, esa conversación politizada se centraba mayoritariamente en el cambio climático, la energía y otras cuestiones medioambientales. Pero desde la pandemia, y como resultado de esta nueva manera de hacer política, estamos viendo cómo se traslada a otros campos. El problema es que en una sociedad tan polarizada como la americana, no se trata solo de la confianza en la ciencia, sino también de la percepción que tiene la gente de hasta qué punto confía en la ciencia frente a cuánto confía la otra parte en la ciencia. Cuanta más hostilidad se siente hacia la otra parte, menos dispuesto se está a aceptarla. 

Un artículo recién publicado en Nature muestra que la polarización política también influye en el uso que se hace de la ciencia en la elaboración de políticas. Un análisis de cientos de miles de documentos políticos revela sorprendentes diferencias en el uso de la literatura científica por parte de los responsables políticos de cada partido: es más probable que los comités del Congreso dirigidos por demócratas y los grupos de reflexión de izquierdas citen artículos de investigación que sus homólogos de derechas.  

Lo más grave es que, cuando se ideologiza la ciencia de esta manera, la discusión deja de centrarse en los hechos y pasa a tratar solo de ideología. Esto es lo que refleja este artículo y es lo que resulta especialmente preocupante. En concreto, indica que los republicanos están muy dispuestos a seguir las recomendaciones sanitarias ahora que tienen a los suyos en el Gobierno. Y ya sabemos qué perfil tiene la persona que está a cargo de la política sanitaria en EEUU en este momento. 

ES