Alicia Pérez-Porro
Bióloga marina, responsable de interacción política y relaciones institucionales en el Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales (CREAF) presente en Belém (Brasil)
Este es un acuerdo histórico por lo que representa, que se podría resumir en: a) un compromiso mundial para detener y revertir la pérdida de biodiversidad para 2030; b) proteger el 30 % de toda la tierra y el océano para 2030; c) restaurar el 30 % de la tierra degradada para 2030; d) un compromiso para poner fin a las extinciones de especies inducidas por el ser humano para 2030; y e) financiamiento para la naturaleza sin precedentes.
A partir de ahora empieza el trabajo duro: implementar todos estos objetivos en un tiempo récord, menos de 10 años. Hay mucho trabajo por delante, incluido para la comunidad científica. Nuestro papel será cómo apoyar a los tomadores de decisiones en la traducción de los objetivos a nivel nacional, regional y local, cómo crear condiciones favorables para la implementación y, por supuesto, monitorear para poder evaluar si las acciones implementadas nos ayudan a avanzar en la dirección correcta. El acuerdo está lejos de ser perfecto y se podría haber beneficiado de más ambición política, pero nada resta importancia al hecho de que ha costado mucho llegar hasta aquí y ahora ya tenemos una hoja de ruta sobre la que trabajar todos en la misma dirección.