Autor/es reacciones

Alberto Ortiz Lobo

Doctor en Medicina y psiquiatra del Hospital de Día Carlos III - Hospital Universitario La Paz (Madrid)

Se trata de una exhaustiva revisión de los efectos adversos cardiovasculares (y no de otros daños) que provocan los fármacos que se emplean como tratamiento del TDAH y que pone de manifiesto varias cuestiones importantes.  

La primera es que las investigaciones revisadas se han realizado a corto plazo, es decir, conocemos los perjuicios que provocan estos medicamentos en un margen alrededor de siete semanas, cuando en el tratamiento habitual se prescriben durante años, a veces, gran parte de la vida de las personas.  

La segunda es que los estudios no se centran en la evaluación de los efectos adversos de estos fármacos sino en su posible eficacia, por lo que únicamente miden los incrementos en la tensión arterial y el ritmo cardiaco, pero no sabemos de su impacto en la conducción cardiaca evaluada a través de los electrocardiogramas, por ejemplo.  

La tercera cuestión es que todos los medicamentos evaluados, y no solo los estimulantes, incrementan los parámetros hemodinámicos, con el riesgo para la salud que puede conllevar para muchos pacientes.  

La revisión es pertinente porque el diagnóstico de TDAH se está incrementando dramáticamente en los últimos años, principalmente en niños, pero también en adultos. La única perspectiva que se ofrece de este problema es cerebral, sin considerar los condicionantes ambientales que influyen en que actualmente sea un diagnóstico de moda. Dentro de este entendimiento individual y biomédico de los problemas, propio de nuestra cultura occidental actual, se valora mucho el éxito y la competitividad académica y laboral, de manera que un desempeño más bajo o que no se ajusta adecuadamente a las normas sociales actuales puede interpretarse como resultado de un trastorno neuronal.  

El extraordinario incremento de la prescripción de estos medicamentos con efectos secundarios cardiovasculares, que está siendo tan rentable para las compañías farmacéuticas, debería cuestionarnos la ligereza en el diagnóstico del TDAH y abrir el foco al contexto social, cultural, familiar y académico que está propiciando este fenómeno. 

ES