Alberto Ortiz Lobo
Doctor en Medicina y psiquiatra del Hospital de Día Carlos III - Hospital Universitario La Paz (Madrid)
El extraordinario incremento en la prescripción de antidepresivos nos tiene que poner en alerta sobre cómo estamos transformando el malestar humano y cotidiano en una condición médica que tratamos con psicofármacos. Un tratamiento que, lógicamente, provoca efectos adversos durante su consumo, pero también en la retirada, un problema al que apenas se ha dado visibilidad hasta hace unos años.
Este metaanálisis pretende medir la incidencia de la aparición de un síndrome de abstinencia cuando se suspenden los antidepresivos. Analiza los resultados de 79 investigaciones previas caracterizadas por la heterogeneidad en el diseño y recogida de resultados y, en su mayor parte, orientadas a medir la eficacia de los antidepresivos y, secundariamente y de manera variable, sus efectos adversos. El metaanálisis no aporta datos de aspectos cruciales que influyen en los resultados, como la forma de dejar de prescribir los antidepresivos, los tiempos de tratamiento previo o las dosis de estos.
Con todos estos sesgos, los resultados apuntan a la baja, sobre todo si lo comparamos con revisiones previas que señalan que más de la mitad de las personas que consumen antidepresivos sufren un síndrome de abstinencia al intentar retirarlos.
Es llamativo que durante todo el artículo se aluda a este fenómeno como “síntomas de discontinuación” (eufemismo empleado habitualmente por las compañías farmacéuticas que los comercializan) y no como “síndrome de abstinencia”, que es el término habitual para designar la respuesta física y psíquica tras la reducción o suspensión de sustancias que actúan en el sistema nervioso central, como es el caso de los antidepresivos.