Reacción a "Los virus de la gripe aviar resisten la fiebre"
Gustavo del Real
Científico titular en departamento de Biotecnología del INIA-CSIC
Esta investigación sobre la gripe aviar estudia la influencia de la temperatura corporal del hospedador, en este caso el ratón como modelo, sobre la capacidad proliferativa de los virus Influenza A de origen aviar o de mamífero. Los virus de la gripe se multiplican con su máxima eficacia en las especies de animales en las que se han adaptado durante su ciclo biológico. Sin embargo, su eficiencia replicativa se ve disminuida, en mayor o menor medida, en otras especies diferentes, en función de diversos factores entre los que se incluyen, el tropismo celular y tisular del virus, la presencia de los receptores virales apropiados, y otros factores anatómicos o fisiológicos, como la temperatura corporal del hospedador, que facilitan o condicionan el fitness del virus.
Esta adaptación diferencial se manifiesta claramente entre los virus de la gripe aviares y de mamífero, lo que no impide que, en determinadas condiciones, una cepa aviar pueda infectar con éxito un mamífero, incluido los humanos, y viceversa. Esta promiscuidad de hospedador es seña de identidad de los virus Influenza A y tiene como ejemplo inquietante la actual cepa del subtipo H5N1 de alta patogenicidad que circula entre las aves silvestres de todo el mundo, que ha sido capaz de infectar a diversas especies de mamíferos, y que amenaza con provocar una pandemia en cualquier momento.
Los autores del trabajo, procedentes de laboratorios de Gran Bretaña, EE.UU., Japón y Australia, demuestran que la proteína PB1, involucrada en la replicación viral, en los virus de origen aviar está adaptada a las temperaturas propias de las aves, 40o-42o, y por tanto, no se ven afectados significativamente por las temperaturas fisiológicas de los humanos (33ºC en vías respiratorias altas y 37ºC en las vías bajas), ni siquiera en estado febril (40ºC). Además, los investigadores han comprobado que esta circunstancia se cumple también para las proteínas PB1 de los virus de origen aviar que causaron las pandemias de 1918, 1957 y 1968.
Una consecuencia de estos hallazgos es la pérdida de la función defensiva de la subida de temperatura corporal (fiebre), que disponen los mamíferos, incluidos los humanos, para frenar las infecciones de patógenos, incluidos los virus de la gripe. Los autores, alertan de las implicaciones clínicas y epidemiológicas que puede tener esta particularidad de los virus de gripe aviar, en una potencial transmisión a los humanos.