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Natalia Martín-María

Profesora Ayudante Doctora en el departamento de Psicología Biológica y de la Salud de la facultad de Psicología, área de Personalidad, Evaluación y Tratamientos Psicológicos de la UAM

El nuevo informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS), titulado Desde la soledad hacia la conexión social, subraya que una de cada seis personas en el mundo sufre soledad, lo que puede tener graves consecuencias para la salud y la sociedad. Según el documento, la soledad y el aislamiento están relacionados con la muerte de 100 personas por hora, lo que equivale a más de 871.000 al año.

Este informe —el más completo hasta la fecha sobre este tema— tiene tres grandes objetivos:

  • Explicar qué sabemos sobre la soledad, el aislamiento y la conexión social, y su impacto en la salud.
  • Identificar intervenciones que han mostrado ser eficaces.
  • Ofrecer una hoja de ruta práctica para que los gobiernos actúen a escala global.

Basado en investigaciones científicas, el asesoramiento de expertos y testimonios reales, el informe defiende que la conexión social —entendida como las diversas formas de relacionarnos e interactuar con los demás— actúa como un potente factor de protección frente a problemas de salud física y mental a lo largo de la vida. Además, la conexión social fortalece el tejido comunitario, haciendo que nuestras sociedades sean más resilientes frente a crisis y desastres.

La OMS propone una hoja de ruta global para avanzar en este campo, centrada en cinco áreas clave: políticas públicas, investigación científica, intervenciones eficaces, desarrollo de nuevas medidas (como el Índice Global de Conexión Social) y la implicación activa de la ciudadanía.

Después de años de estudios sobre los altos costes de la soledad y el aislamiento social, el informe reconoce también los enormes beneficios de la conexión social: sin vínculos sociales fuertes, no podremos afrontar desafíos como el envejecimiento poblacional, la salud mental o las crecientes desigualdades.

De la soledad a la conexión social representa un cambio de enfoque fundamental: dejar atrás medidas aisladas o centradas únicamente en el individuo para avanzar hacia políticas sistémicas, preventivas y sostenidas en el tiempo, que sitúen las relaciones humanas en el centro.

ES