Olga Pantos
Responsable científica del Instituto de Ciencias e Investigación Medioambientales (Nueva Zelanda)
El artículo se centra en el papel de las políticas públicas para reducir la masa de residuos mal gestionados y demuestra que algunas de las políticas propuestas reducirán eficazmente tanto los niveles de basura mal gestionada como los niveles de emisiones de gases de efecto invernadero asociados a ella. Esto es ciertamente alentador, sin embargo, los otros destinos al final de la vida útil de los plásticos son inmensos, y cada vez mayores. También suponen un impacto significativo para el medio ambiente y la salud humana, y lo más importante e impactante que podemos hacer es reducir significativamente nuestro uso de plásticos y mejorar la seguridad y sostenibilidad de los plásticos que son esenciales.
El daño que los plásticos pueden causar tanto a los seres humanos como al medio ambiente se produce a lo largo de todo su ciclo de vida, no solo al final de la misma, una vez que un artículo ha cumplido su función, y desde luego no solo si se ha gestionado mal. Es importante recordar que cada trozo de plástico que rechazamos o no introducimos voluntariamente en nuestras vidas reduce el daño, remontando hasta el punto en que los combustibles fósiles se extraen de la tierra para fabricar el polímero plástico. Al hacerlo también se reduce la necesidad de todas las demás sustancias químicas utilizadas en la producción de plástico (de las que se sabe que aproximadamente 4.000 tienen efectos negativos para la salud humana), se reducen las emisiones del transporte y se elimina el riesgo de que el plástico o el artículo de plástico se convierta en contaminación en su largo viaje desde la fábrica hasta la puerta de su casa.
Esta reducción de la producción y el uso de plásticos también conlleva una reducción de la formación y liberación de nano y microplásticos, que constituyen una contaminación plástica mal gestionada que puede producirse durante la fabricación, el uso y al final de la vida útil, tanto por una eliminación gestionada como por una eliminación mal gestionada. Esta forma de contaminación por plásticos está omnipresente en todos los entornos naturales analizados, en nuestros alimentos, el agua y el aire, y cada vez se identifica más en los tejidos humanos.
Nos enfrentamos a una triple crisis planetaria: el cambio climático, la pérdida de biodiversidad y la contaminación. El plástico es uno de los principales causantes y amplificadores de las tres. Es esencial lograr un tratado ambicioso y eficaz, basado en pruebas científicamente sólidas, para garantizar un futuro seguro y sostenible a las generaciones venideras.