Esteban Ortiz Prado
Profesor e investigador en la Universidad de las Américas (Ecuador) y director del grupo de investigación One Health
El estudio es experimental y se realizó en un ambiente simulado, lo cual difiere significativamente de un viaje normal donde las expectativas y condiciones varían. Un punto que destacar es que el estudio no controla la adaptación a la altura, ya que las personas que viven o han nacido en altitudes elevadas pueden tener respuestas diferentes a la aviación. Además, la desaturación de oxígeno tan brusca reportada no suele evidenciarse en las cabinas de avión, según la literatura existente. Estudios previos han demostrado que volar por periodos cortos o incluso de hasta 10 horas no tiene efectos significativos sobre la salud en términos de saturación de oxígeno.
Respecto al alcohol, la metodología del estudio se basa en un consumo tipo shot, lo cual puede ser más brusco que el consumo de una copa de vino o una cerveza a lo largo de un vuelo, generalmente más prolongado. El estudio también excluye el factor de la alimentación, que puede influir considerablemente en los resultados. Una persona que ha comido antes del vuelo puede experimentar menos efectos adversos del alcohol debido a una absorción más lenta. Aunque una leve depresión del centro respiratorio podría ser una respuesta fisiológica esperada, con las cantidades de alcohol utilizadas en el estudio, no lo considero tan probable.
En resumen, los hallazgos son interesantes y provienen de un modelo experimental bien realizado y controlado, pero es crucial interpretarlos con cautela. Sacar este estudio de contexto podría causar alarma innecesaria entre los pasajeros, llevándolos a evitar el consumo moderado de alcohol durante los vuelos, cuando en realidad, con una adecuada alimentación, este consumo moderado no debería representar un riesgo significativo para la salud.