José Fernando Fernández Company
Profesor contratado doctor en la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR) y miembro del Grupo de investigación en Psicología Cognitiva de la Universidad Complutense de Madrid Medición y Modelización de Procesos (PsiMed / MEMOpro)
Este estudio muestra que, en las últimas cinco décadas, las letras del pop estadounidense se han vuelto más estresantes, negativas y simples. También muestra que, durante crisis sociales como la pandemia de covid-19, esta tendencia se atenuó, lo que sugiere que la música puede actuar como regulador emocional. Estos resultados son coherentes con modelos empíricos de preferencias musicales y con la evidencia neuropsicológica sobre el papel de la familiaridad musical en la regulación del estrés (Freitas et al., 2018). Además, estos trabajos coinciden con otros resultados en regulación emocional musical (Fernández-Company et al., 2024) en los que se muestra que los jóvenes usan la música para modular estados afectivos en función del contexto, lo cual puede encajar con una interpretación homeostática del estudio: la música puede compensar la carga emocional del entorno. No obstante, publicaciones acerca de la paradoja del placer en la música triste (Sachs et al., 2015) podrían ayudar a explicar por qué, en condiciones no críticas, las personas pueden sentirse atraídas por música negativa sin que ello pueda implicar la percepción de un malestar real. Desde una perspectiva práctica, esta paradoja puede ser terapéuticamente útil ya que la música emocionalmente intensa pero no invasiva, podría permitir conectar con pacientes que atraviesan procesos de duelo, tristeza profunda o desesperanza.