Charlie Birts
Profesor de Tratamientos con Anticuerpos en la Universidad de Southampton (Reino Unido)
Este estudio, bien diseñado y exhaustivo, proporciona información valiosa sobre cómo los cambios metabólicos durante el ayuno podrían potenciar la terapia hormonal en el cáncer de mama con receptores de estrógeno positivos. Los autores utilizan una potente combinación de enfoques genómicos y funcionales, y la activación consistente de las vías de los receptores de glucocorticoides y progesterona en los distintos modelos es un hallazgo mecanicista particularmente interesante. Estos datos ofrecen una dirección prometedora para futuras investigaciones sobre estrategias que imitan el ayuno o enfoques terapéuticos basados en glucocorticoides.
Sin embargo, es necesario considerar varias limitaciones importantes al interpretar los resultados. El trabajo es en gran parte preclínico y, aunque está respaldado por pequeñas cohortes de pacientes, los datos en humanos son preliminares y carecen de grupos control. Los estudios en ratones se realizaron principalmente en modelos inmunodeficientes, lo que limita nuestra capacidad para evaluar cómo el ayuno o la señalización de glucocorticoides podrían interactuar con el sistema inmunitario en un entorno clínicamente relevante. Además, no se midieron variables endocrinas y farmacocinéticas clave, como los niveles de estrógeno y la exposición al metabolito del tamoxifeno, por lo que aún no se sabe con certeza qué parte del efecto observado refleja la acción mecanicista directa frente a cambios hormonales más amplios.
En general, este es un estudio intrigante y profundo que amplía nuestra comprensión de las influencias metabólicas en la terapia endocrina, abriendo la puerta a nuevas y prometedoras líneas de investigación, incluyendo si los miméticos del ayuno basados en glucocorticoides podrían probarse de forma segura y eficaz en humanos. Sin embargo, aún es demasiado pronto para saber si estos hallazgos se traducirán en un beneficio significativo para las pacientes, y las recomendaciones clínicas no deberían cambiar hasta que se hayan completado ensayos sólidos en humanos.